Año 2014. Un romántico emprendedor madrileño, fotógrafo de profesión e hijo de un productor audiovisual, decide viajar a Ginebra (Suiza). Allí queda prendado del Café de París y del único plato que hay en la carta de este local: un entrecot con una salsa de mantequilla cuya receta es casi un secreto de Estado.