La sorpresa de Boadilla se llama ‘Toke de Paco’

Cuando se trata es de comer bien, no hace falta ‘postureo’ y en ocasiones en el lugar menos pensado encuentras un rincón en el que siempre apetece repetir… y porque su precio, además, es imbatible.

De hace un tiempo a esta parte parece que hay una lucha incesante por tener el local más llamativo e ‘instagrameable’ de la zona, pero a veces nos olvidamos de que ‘la belleza está en el interior’.

Y en este caso ¡de la cocina! Porque Toke de Paco es un restaurante de cocina española con toques de técnicas francesas al que merece la pena marcar en la lista de ‘hay que ir’’…¡aunque solo sea a probar su oreja de cerdo!

El buen uso del buen producto -valga la redundancia-, es sin duda la religión que manda en este amplio restaurante con una carta más que apetecible y propuestas para todos desde la mañana a la noche.

En su carta principal, mucho para compartir: raciones, tostas, entrantes como Jamón ibérico y también principales como un par de arroces –con bogavante y cremoso con carrilleras– geniales para disfrutar en familia el fin de semana; algunos pescados con recetas de siempre y sabor a norte como Lubina a la bilbaína; y muy buenas carnes como su espectacular Chuletón de vaca, servido con guarnición de patatas fritas, pimientos y cherrys; además de sugerencias de temporada.

Pero sin duda a un bar-restaurante como Toke de Paco se viene a probar un poco de cada y a exprimir al máximo esa primera parte de la carta: Croquetas de jamón o bacalao, Sepia a la plancha con ali oli, Gambas blancas a la plancha, Pulpo a la brasa, Setas empanadas, unas deliciosas Alcachofas que ellos mismos confitan; ese must para los amantes de la casquería: las Orejitas de la casa a la plancha crujientes que preparan tipo rulo y aliñan con ajo y perejil o un Tomate azul con ventresca para aligerar.

Entre sus Tostas destacan las de solomillo y foie, de mollejas, de hamburguesa de vacuno o las frías de piquillo con ventresca o anchoas. Y ojo, que aquí es pecado perderse el postre. Sus tartas caseras –Brownie, Tarta de queso y Banoffee– tienen ya legión de fans en la zona.

Y es que si por algo se caracteriza la clientela de este restaurante es por volver. Sobre todo son boadillanos, pero también visitantes de la zona que si han ido una vez, desde luego repiten.

Hablamos de un local amplio y acogedor, con zonas diferenciadas y espacio más que suficiente entre mesas: una gran barra (para cuando se pueda volver a ellas) con mesas altas enfrente, un gran salón a la altura de la calle y otro más rústico, con las paredes totalmente empedradas, perfecto para celebraciones íntimas en la planta de abajo.

Disponen además de una gran terraza acondicionada tanto para invierno como para verano y en todas estas zonas se puede tomar cualquier plato de sus diferentes cartas a la hora del día que más apetezca, o tomarse alguno de los vinos de su variada propuesta, con referencias para todos los gustos y a muy buen precio.

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