El gusto por la esencia nipona atemporal

Gran producto -artesano y seleccionado con mimo-, buena presentación, estupendo servicio, atención en los detalles y una genial idea en torno a la cocina japonesa fusión, son las claves de la magia de Lamonarracha.

Se trata del proyecto formado por un matrimonio de dos jovencísimos emprendedores: Carlos Rojo (29), licenciado en ADE, que con una corta carrera en KPMG y 2 másteres se encarga de la gestión; y Alejandra Santos (24), quien como interiorista y graduada en marketing, aporta además su visión y buen gusto a la esmerada estética de los locales, diseñados por su estudio Live Home Author.

La idea era -y sigue siendo- fabulosa: el momento de abrir quizás no lo fue tanto (febrero 2020) pero en la dificultad encontraron la oportunidad y su profesional servicio de delivery hizo posible que hoy sean ya un fructífero grupo.

Un ‘japo’ de confianza

Lo de respetar la materia prima aquí no es un tópico, es un compromiso real de calidad en cada ingrediente, que buscan que sea natural y lo más artesano posible. El pescado fresco (como el atún rojo salvaje) procede de pesca sostenible y el salmón es de aguas del Atlántico, caracterizado por su intenso color y sabor. La verdura llega directa desde pequeños proveedores de la huerta navarra. ¡Y hasta la salsa de soja la elaboran a diario en cocina! De ahí que se definan como un ‘japonés de confianza’.

Con todo esto, y con preparaciones bien desarrolladas por manos expertas, surgen recetas niponas con toques fusión que no hay que perderse, como el Bao artesanal de atún rojo salvaje con huevo de codorniz, la Tempura de langostino tigre «Lamonarracha», el original Carpaccio de dorada a dos temperaturas, Roll crunch de langostino con salsa spicy mayo, Roll tempurizado de anguila, o el apellidado ‘Pantera rosa’.

Si saltamos de sección nos encontramos un chispeante Niguiri crujiente con tartar de atún rojo y cecina de León, una mezcla que hace explotar las papilas gustativas, o el llamativo sushi de Dorada con pesto de aceituna negra y mermelada de melocotón. Un toque dulce tiene también el Nigiri de foie con frambuesa.

Hay, por supuesto, apartado específico de postres, como su Tarta cremosa de queso artesanal, Tarta Lotus de limón pensada para compartir – o no-; o su Torrija casera de pan brioche reposada durante 24 h en chocolate blanco. Y para acompañar… refrescos, cervezas nacionales o japonesas; una corta pero bien escogida carta de vinos nacionales; combinados de ginebra, ron, vermut, sake … -muchos de ellos con opción de ‘medias copas’- y una interesante propuesta de cócteles clásicos con toque japonés, como el Tinto de verano, que aquí lleva Sorbete de yuzu, el Japanese Spritz o su versión del Sex at Mona´s.

Esencia nipona atemporal

Una estética impecable en cada restaurante que no entiende de modas, sino que es fiel a su diseño, empleando materiales como el papel pintado de la casa Missoni que además sirve de hilo conductor en todos sus espacios, madera, iluminación tenue y una icónica Mona presente en diferentes formatos así como su vajilla completan una experiencia que siempre apetece repetir. Además de ser una firma rebosante de personalidad, tiene un rincón dedicado al arte en sus locales -todos muy acogedores, con puntos comunes, pero ninguno igual- Lamonarracha Art.

Ponzano es el último local en abrir (finales de 2023) y es el que aporta el toque discordante, ya que está concebido como un casual dinning’, más informal, para el buen tapeo japonés con una caña ‘muy nuestra’, o uno de sus sofisticados cócteles mientras suena Cyndi Lauper. La alternativa de ‘sin gluten’ está disponibles también -de momento- en Chamberí, Barrio de Salamanca y Pozuelo. ¿Dónde abrirá el siguiente?

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