Quien bien te quiere, te hará croquetas

En esta particular propuesta dedicada al Día internacional de la Croqueta (16 de Enero), las hay desde las clásicas de jamón, pasando por las de mejillón, chicharrón o queso, hasta las de puchero o fabada.

Colósimo

En Madrid las croquetas de cocido madrileño abundan, pero… ¿habéis probado las de puchero? Esas son las que hacen en Colósimo los hermanos Romero -Ricardo y Mané- para rendirle homenaje a su Cádiz natal. Ese toque a hierbabuena las llena de morriña y sabor, porque -como bien dice la carta- en un bocado está todo el sabor del delicioso guiso. Están tan buenas, que tienen casi tanto éxito como su famosa Tortilla de patatas.

El Jardín de Arturo Soria

Desde su apertura en mayo de 2020, con Jesús González Espartero al frente, se ha convertido en uno de los vergeles más famosos de la capital. Sus croquetas (especialmente las de jamón ibérico) conviven su éxito en carta desde entonces. Son un imprescindible. La máxima de ‘producto, calidad y tradición’ también está presente en esta ración (sabrosa y casera) que gusta a grandes y pequeños.

La Taberna de Elia

Reconocida como un clásico del panorama gastronómico nacional, Este santuario situado en Pozuelo de Alarcón (Madrid) es mucho más que un templo carnívoro. Con más de 16 años de historia y un Sol Repsol, su chef (Cata Lupu) también borda las croquetas. Las elabora con una finísima masa y de cuatro increíbles sabores disponibles por unidades. Todas ellas destacan por su delicada textura y sabor inigualables, pero sin duda, las de fabada son un imprescindible en cualquier visita. ¡Espectaculares!

La Terraza del Santo Domingo

Con una ubicación privilegiada en el corazón de la ciudad, este restaurante y sky bar es un lugar ideal para rendir homenaje al icónico bocado. En la carta se pueden encontrar las clásicas de jamón ibérico o las de gambas, ambas opciones presentadas en raciones de ocho unidades. Para que la experiencia sea redonda, nada como disfrutar de las espectaculares vistas panorámicas que ofrece este acogedor espacio, disponiendo de una amplia zona climatizada en la que la temperatura es ideal en cualquier momento del año. ¿Subimos?

Menudeo

En el barrio de Salamanca, el pequeño gran hermano de Colósimo -de Ricardo y Mané Romero- se consolida como un rincón irresistible para disfrutar del buen tapeo con la esencia de Andalucía. Su cocina une creatividad y tradición en cada receta y las croquetas no son la excepción, destacando por su sabor auténtico y su textura cremosa. El secreto de esta maravilla está en el mimo con el que las elabora Ricardo, dejando que reposen en frío durante ocho horas después de empanarlas para lograr la fritura perfecta y que no se rompan.

Surtopía

Este restaurante “con mucho duende” capitaneado por Jose Calleja es una ventana a los sabores más auténticos del sur con una propuesta única 100% andaluza y elaborada con productos  provenientes de las lonjas gaditanas y almerienses, y las dehesas de Huelva y Córdoba. Con esta materia prima se elaboran unas croquetas ‘de lo que salga de los fogones’, en las que, como su original nombre indica, la inspiración del día y lo que tengan en la despensa serán los protagonistas. Algunos días las hay de pringá, otras de urta, otras… de lo que haya.

La Fábrica (Burgos)

Los nombres de Ricardo Temiño y Cristina Lázaro llevan resonando con fuerza en el panorama culinario, especialmente desde que fueron reconocidos con la estrella Michelin en su restaurante de autor ‘Ricardo Temiño’. Pero la realidad es que llevan una década haciendo ‘ruido’ desde La Fábrica. Aquí es donde sirven unas croquetas de esas que se quedan en la memoria. Están elaboradas con mejillón bouchot y el sabor a mar que imprime este molusco de origen francés es inigualable. Así que, aunque hay opción de media ración, seguro que nos decantamos por pedir una entera.

La Posada de Pradorey (Burgos)

Celebrar el Día de la Croqueta con una escapada puede ser todo un planazo. En plena Castilla, este histórico palacete de caza del siglo XVII es el destino ideal para disfrutar de una experiencia gastronómica en su restaurante. Este encantador alojamiento, situado a 2 km de la bodega, destaca no solo por su entorno, sino por su propuesta culinaria, basada en una cocina de temporada con una oda al producto local, elaboraciones clásicas y una presentación actual. Dentro de sus recetas también hay sitio para las croquetas, cremosas y sabrosas, siendo el bocado perfecto y reconfortante tras un día de enoturismo. Para acompañarlas, nada como maridarlas con alguna de las referencias de la casa. Tras una velada llena de sabores y buenos vinos, ¿nos quedamos a descansar en una de sus 18 habitaciones?

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