“Extremadura tiene unos productos extraordinarios”

Pepe Rodríguez, jefe de cocina del restaurante El Bohío (1* Michelin), será el encargado de inaugurar el 26 de marzo, en Mérida -Badajoz-, la primera edición del Congreso Gastro Experiencias Extremadura.

Desde aquí transmitirá su experiencia en el ámbito de la gastronomía. En este evento, Pepe realizará también un showcooking con alguno de sus platos más emblemáticos. Pero antes de todo este magnífico evento, tuvimos la oportunidad de charlar con él.

  • ¿Qué espera de Gastro Experiencias Extremadura?

Se trata de aportar lo que se pueda de gastronomía, de las experiencias, de la vida. Es un congreso para profesionales, entre gente interesada en la gastronomía… y de ahí siempre salen cosas buenas. Seguro.

  • ¿Por qué hay que fijarse en Extremadura gastronómicamente hablando?

Hay que fijarse en toda España. Unas zonas no son más importantes que otras. Mérida no es un destino de turismo gastronómico, pero sí está enclavada en una comunidad, Extremadura, que es extraordinaria, que es maravillosa, que se la conoce, pero que se debía conocer mucho más. Para eso, tienen que ser los cocineros los que la pongan en valor, no solamente las autoridades. Si los cocineros no son creativos, no dan un paso al frente y no innovan y apuestan, Extremadura se quedará anclada. A Extremadura se la conoce porque hay un restaurante maravilloso que se llama Atrio, pero hay que hacer más, teniendo en cuenta que tiene unos productazos extraordinarios. Tiene ese cerdo ibérico maravilloso, esos tomates, quesos extraordinarios,  aceite, vino…. Hay mucho de todo, pero hay que ponerlo en valor.

  • ¿Cree que este tipo de iniciativas son necesarias para divulgar la cocina más territorial y de cercanía?

Todo lo que se hable de cocina siempre es bueno, siempre servirá para algo, siempre sumará. Es coger otras ideas e interrelacionarnos y así es cómo nace y cómo crece la cocina. Un congreso así, por pequeño que sea, siempre será positivo, seguro. Es lento, no se nota a corto plazo, pero sirve. Esto es paso a paso, dejando piedra a piedra…

  • ¿Cuál es su vinculación personal con Extremadura?

La de mero espectador. He conocido Badajoz, Mérida… Tengo amigos cacereños que me han invitado 400 veces a Cáceres, por lo menos. Es una tierra extraordinaria, con una gente maravillosa. Siempre pensamos que se habla poco de nuestra región y eso me pasa a mí con Castilla La Mancha, yo que soy de Toledo. Pero es que no todas las ciudades tienen que vivir del turismo. España tiene otras cosas para potenciar. A España viene mucha gente de turismo, pero no van a todos los sitios, ya me gustaría que fueran todos a Illescas, pero yo pongo mi granito de arena para que puedan conocer mi tierra. Y ahora nos interrelacionamos con Extremadura y procuraremos crear una simbiosis.

  • Decir Pepe Rodríguez es decir Masterchef. Son nombres casi sinónimos.

Antes era Pepe el de “El Bohío” y ahora soy Pepe el de Masterchef. Por desgracia o por suerte. Lo cierto es que hacemos un programa de TV maravilloso, que ve un montón de gente y que ya es historia de la televisión. Lo siguen pequeños y mayores, ha hecho fuerza, ha hecho cocina y ha hecho que la gente se una para cocinar, y hemos divulgado la alta cocina que parecía pensada para unos pocos. Estoy feliz de estar en Masterchef.

  • ¿Cómo le ha cambiado la vida Masterchef?

Seguramente me habrá cambiado en algo. Pero hago más o menos  la misma vida. Quizá no era tan popular y no me llamaban para tantos congresos. Ahora soy  un personaje popular y llevo otro ritmo de vida, pero a mí me parece que sigo llevando la misma vida, con mis hijos, mi mujer, mi familia, mi restaurante…

  • ¿Qué es lo que más le ha emocionado de tu paso por la televisión?

La emoción comienza cuando te pones a grabar y haces algo que te gusta. Yo entré, primero en la cocina y después en la TV, sin gustarme y sin interesarme, por casualidad, y descubrí un universo precioso. Creo que es un programa que está hecho para mí. Me encuentro tan feliz que parece hecho a mi medida. Ésa es la emoción, y si unes el vínculo que se crea con la gente, con esa pasión de los que quieren ganar el concurso… Nosotros somos partícipes de ello y es emocionante.

  • ¿Cómo compagina este trabajo con la gestión de su restaurante, El Bohío?

Trabajando siete días a la semana. No tiene mérito.

  • ¿Las estrellas Michelín ejercen mucha presión sobre los cocineros?

Sí. Los cocineros miramos siempre de reojo a la Michelín. Es una pena. Es un lujo aparecer en la Michelín, con una, dos o tres estrellas. Pero, ¿y si mañana cerrara Michelín? ¿Qué pasaría? Pues seguiríamos trabajando con la misma fuerza, porque no se trata de ir acumulando estrellas, sino de ir acumulando clientes, que se vayan satisfechos y contentos y regresen… Y vale la pena venir aquí a comer arroz o alta cocina. A mí me gustaría que la guía Michelín hablara de todos los tipos de cocina. Porque si no es así, resulta dañino para el conjunto de la cocina tradicional y popular española.

  • Ahí está Joan Roca, «el mejor chef del mundo”, presentando un libro con las recetas de su madre, Montserrat Fontané.

Ésa es la base de la cocina. Eso no se puede perder, pero eso lo hemos dejado a un lado. Los chavales jóvenes quieren ser Ferrà Adrià. No quieren  ser Lucio o cualquier otro que haga cocina tradicional. Eso es tan válido como quien ha innovado, aunque sean formatos diferentes. No se puede hablar de una por encima de la otra.

  • En la web de su restaurante, se dice que El Bohío “es el heredero del único bar de carretera que había entre Madrid y Toledo antes de la Guerra Civil”. Supongo que para usted será un orgullo haber llegado hasta aquí.

Es lo que me ha tocado y ha sido una suerte. Lo tenía muy fácil y me fue casi dado. Yo hago lo posible por mantenerlo, por mejorarlo, por llevarlo a lo más alto. Tengo 3 hijos y no sé si les va a interesar esto de la gastronomía. Y si eso ocurre, no pasará nada. Hasta aquí llegó El Bohío. La vida cambia y lo que hay que hacer es intentar se feliz. Si es cocinando, cocinando, y si es escribiendo, escribiendo.

  • ¿No ha pensado, como Mario Sandoval hizo con Coque, llevar su restaurante a Madrid?

No. Nunca. He tenido muchas oportunidades y nunca dimos eses paso porque aquí estamos en nuestra casa. A Madrid se va cuando en tu pueblo no funciona. ¿Qué pinta Atrio en Madrid? ¿Qué pinta un restaurante de Logroño en Madrid o uno que esté en Cádiz? Si no funciona, sí te tienes que ir a Madrid o Barcelona, donde se supone que hay más negocio. Pero yo, por suerte, puedo vivir en mi restaurante. Y ahora ya es imposible cambiar de ubicación.

  • Si no fuera cocinero, ¿qué le hubiera gustado ser?

Futbolista o cantante.

  • ¿Nunca pensó en ser torero, que era el sueño de su padre?

No. Ésa era otra época. En los años 50 o 60 triunfar era ser torero. Me gustan los toros, pero no vivo esa pasión que tenía mi padre. En mi época queríamos ser futbolistas, y ser como Míchel, Juanito, Butragueño, Santillana… Hoy los niños quieren ser cocineros, algo inimaginable hace 20 años. Fíjate si cambia el orden de la vida. A mí me gustan los toros, pero me parece un mundo diferente, raro, extraño y difícil.

  • ¿Quiénes han sido sus maestros?

La primera, mi madre, que me enseñó cuando yo entré de cabeza en la cocina y le tenía que ir preguntando cómo se hacía el cordero asado, cómo se cocinan los caracoles, etc. Hasta que me di cuenta de que tenía que salir y tuve la suerte de toparme con grandes cocineros: Ignacio Muguruza, Martín Berasategui… Conocí el equipo de El Bulli, viví en primera persona la eclosión de la creatividad de alta cocina y fue una suerte vivir ese momento.

  • En cualquier caso, cuesta llegar hasta aquí. ¿O no?

No sé dónde he llegado. Me he puesto a trabajar, he caminado y aquí estoy. No tenía ninguna meta. Pero sí es duro. Si miro para atrás, hemos sufrido mucho y con medios ajustados. Sacar adelante un restaurante pequeño en un pueblo cuesta…, nos hemos dejado la vida, pero también hemos disfrutado y he tenido la suerte de recoger ciertos éxitos gracias  a la cocina y al restaurante. No debo quejarme porque hay gente que ha trabajado lo mismo o más y no ha tenido reconocimiento.

  • Me gustaría aludir a tu faceta solidaria. Desde muy joven, usted ayudaba a su familia con el restaurante familiar y después se iba a echar una mano a jóvenes toxicómanos de Illescas. Esa vena solidaria nunca se va…. ¿Qué hace ahora?

Hago todo lo que puedo dentro de mis posibilidades, que son otras, con otros motivos y otros tiempos. Era una faceta que me parecía preciosa. Era un momento muy bueno en Illescas. Había un hombre muy comprometido, don José Soriano, y le eché una mano durante un montón de años y eso me curtió. Ese lado generoso y solidario es el que tenemos todos cuando vemos a alguien que lo pasa mal. Lo hacemos todos. No le quiero dar mucha visibilidad.

  • Incluso desde Masterchef se inculca también la solidaridad a través de los comedores sociales.

Es que los que más tenemos debemos ayudar más. Eso es así. Nos tenemos que ayudar entre todos.  Pero más los que tenemos más posibilidades, no sólo dinero, sino también tiempo y generosidad.. Eso va intrínseco al ser humano.

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