La paciencia, la honestidad con el medioambiente y un firme compromiso con la sostenibilidad guían cada día el trabajo que se lleva a cabo en Huerta Carabaña, al sureste de Madrid, donde cada temporada se busca la excelencia.
Huerta Carabaña lleva más de un siglo en sintonía con la naturaleza que le rodea. Aquí aprovechan los recursos locales, como la valiosa agua del río Tajuña (que nutre las más de 300 hectáreas de huerto, viñedo y olivar) y construyendo un modelo de producción comprometido con el medio ambiente. Su apuesta por el consumo de proximidad y su meticuloso cuidado desde la semilla hasta la mesa son fiel reflejo de su filosofía sostenible.
La joya de la casa es, sin duda, su excepcional colección de 210 variedades de tomates, única en el país. Esta iniciativa no solo es vital para la conservación de la diversidad genética del tomate, sino que rescata variedades raras, cultivadas durante siglos en regiones de Europa, América y Asia.
Sostenibilidad con el Medio Ambiente
El artífice de este ambicioso proyecto es José Cabrera Orellana, quien afirma que “no es solo un homenaje a la historia agrícola, sino también una apuesta por el futuro”. Para Cabrera, la conservación de este patrimonio gastronómico es esencial para preservar los sabores de antaño. Además, la huerta sirve como un laboratorio vivo para la investigación, donde se estudia tanto la resistencia de las variedades a las enfermedades, como su adaptación a distintos climas y su valor nutricional.
Asimismo, promueven el desarrollo de nuevas técnicas de cultivo, siempre orientadas a prácticas más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente, organizando visitas guiadas y charlas educativas para divulgar la importancia de la biodiversidad en la alimentación y la agricultura, dirigidas tanto a niños como a adultos.
La sostenibilidad es precisamente un pilar central: utilizan energía 100% renovable, minimizan las emisiones de CO2 y venden sus productos localmente, asegurando que los ingredientes lleguen frescos y en su mejor momento. Su modelo de negocio se basa en prácticas como la rotación de cultivos, el uso de abonos orgánicos, el control biológico de plagas mediante especies beneficiosas, el riego por goteo optimizado y la recogida de agua de lluvia. Además, la diversificación de cultivos y la reducción del uso de maquinaria pesada contribuyen a un equilibrio ecosistémico saludable y a una menor huella ambiental.
De estas tierras cuidadas con esmero provienen una gran variedad de frutas, como fresas, melocotones, paraguayas o nectarinas. Entre las hortalizas y verduras destacan calabazas, calabacines, pimientos, lombardas, berenjenas de porcelana, hinojo, romanescu o judías verdes. La huerta también produce legumbres, su propio vino de uvas Tempranillo, Syrah, Merlot y Cabernet Sauvignon, y un aceite elaborado en la almazara de la finca a partir de la variedad de aceituna Changlot Real. Además, cuentan con una amplia gama de productos envasados y conservas.
Este enfoque le ha servido a Huerta Carabaña recibir numerosos reconocimientos en los campos de la agricultura y la gastronomía, convirtiéndose en un referente para aquellos que buscan alimentos frescos, naturales y cultivados bajo criterios de sostenibilidad.