Desde 2003, la familia Carbajo continúa el legado inicial de Vinos Sanz, mimando uno de los viñedos más especiales del Triángulo de Oro, elaborando unos vinos únicos y con identidad propia.
Vinos Sanz lleva creciendo desde 1870. Sus 100 hectáreas de viñedos, localizados en La Seca y ubicados en el codiciado Triángulo de Oro de Rueda, producen desde hace más de 150 años unas uvas de máxima calidad que, en su día, la familia de los Donatos explotaron y que desde hace 20 años dirige la familia Carbajo, primero con Joaquín y ahora con su hija Ana al frente de la bodega.
Ella estudió ADE. Y con un pie en el mundo laboral, se implicó en la bodega que había adquirido su padre unos años atrás y que la tiene “enganchada” porque “nunca paras de aprender”. En sus palabras se percibe la pasión heredada por esos vinos con historia que mejoran cada día gracias al buen hacer del gran equipo que han formado. Porque no hacen muchas botellas pero sí que se han propuesto “sentirse orgullosos de ellas” y que formen parte de la vida de sus consumidores.
Finca La Colina
La edad media de sus viñedos -todos propios- de Verdejo, Viura y Sauvignon Blanc -uva cuyas primeras plantaciones en Rueda se hicieron en su emblemática Finca La Colina- es de unos 40 años, plantados en vaso y espaldera sobre suelos cascajosos, típicos de la D.O. Debido a esta particularidad inherente a sus viñedos, presentan una calidad en sus vinos por la que son reconocidos a nivel nacional e internacional y de ese modo ofrecen algo único dentro de la Denominación de Origen.
Esta distinción queda patente en su gama Finca La Colina, elaborada exclusivamente a partir de las cepas ubicadas en el terreno homónimo, plantas únicas y especiales, con rendimientos inferiores a 5.000 kg/ha, que nos regalan unos excelentes vinos. Muestra de ello son las tres medallas -dos de oro y una de plata- que consiguieron en el Concours Mondial de Bruxelles y Sauvignon 2023 tres de los vinos elaborados con las uvas que aquí cultivan.
La uva verdejo es la reina
La variedad Verdejo es la autóctona, la más popular en la zona y solamente con ella, con una crianza sobre lías, se elabora Finca La Colina Verdejo Cien x Cien. Una explosión de sensaciones dentro de una botella, “un Verdejo para los que saben de Verdejos” según lo define Ana. Su color es amarillo pajizo con irisaciones verdosas, limpio y brillante; de nariz intensa, compleja y elegante, que destaca por aromas de fruta fresca y complejos aromas herbáceos de hinojo y hoja de higuera, notas florales (flor blanca), con un final anisado y recuerdo mineral, fiel reflejo del suelo cascajoso de la finca de la que procede.
Su ‘hermano’ de apellido francés, Finca La Colina Sauvignon Blanc, se elabora con una selección de las primeras cepas de la noble variedad foránea que fueron plantadas en Rueda hace más de 40 años. Es un vino que expresa la amplia gama de aromas y sabores típicos de esta uva, tan cercanos a los frutos tropicales (mango, maracuyá), con recuerdos cítricos, de hierbas aromáticas y con tonos especiados (pimienta negra y guindilla) acompañado de un carácter vegetal de hoja de higuera, así como mineral, de nuevo procedente del suelo cascajoso tan representativo de Finca La Colina, muy exuberante y elegante en nariz. Está catalogado como unos de los mejores vinos monovarietales de Sauvignon Blanc tanto en España como en el extranjero.
Procedente también de esta emblemática finca, surge su tesoro más preciado, Finca la Colina Dressage, un blanco de guarda elaborado con uva verdejo, muy especial, del que solo se comercializan 1.500 botellas, presentadas como Vino de la tierra de Castilla y León. Es “un vino para charlar” cuyo nombre evoca al arte de la doma clásica, el binomio entre caballo y jinete donde prima la elegancia, el equilibrio, la franqueza y la armonía. Está ‘domado’ sobre sus lías durante más de un año, en depósitos ovoides de hormigón, foudres y barricas de roble francés. Una perfecta combinación de tres elaboraciones que alcanza la excelencia con su ensamblaje en botella.
Gama Sanz
Quizás requiere menos presentación la gama Sanz, tres etiquetas que conforman su buque insignia y que recientemente han cambiado su imagen a una más elegante con tonos negros y tierra y un serigrafiado en relieve que representa la identidad de cada uno:
- Sanz Clásico, un blanco fresco y elegante hecho con 70% Verdejo y 30% Viura;
- el monovarietal Sanz Verdejo, afrutado, con intenso carácter frutal y floral, con toda la personalidad de Rueda, “un verdejo de libro” que refleja como ninguno las características de esta uva;
- y Sanz Sauvignon, con gran expresión olfativa, cercano a los frutos tropicales, fragante y frutal. Una gama completa que recoge el saber hacer tras más de 150 años de experiencia con estas variedades.
El lado más desenfadado y canalla de Vinos Sanz nace con un tándem que representa ‘la locura perfecta’, con una imagen moderna y llamativa que refleja cómo la bodega sigue adaptándose a los nuevos tiempos. Así son El Loco de Finca La Colina, un coupage de Verdejo y Sauvignon Blanc, merecedor de la Medalla de Oro en el Concours Mondial de Bruxelles, el perfecto ensamblaje de las dos variedades más importantes de la D.O. Rueda, con una potente nariz y una boca untuosa, perfecto para acompañar pescados, mariscos, ahumados, arroces y hasta carnes blancas; y La Chalada, un blanco de aguja natural, semidulce, 100% Verdejo y totalmente diferente al resto. Un vino goloso, con una delicada nariz, con gran equilibrio entre acidez, azúcar y alcohol que pide servirse muy frío.
¿Y si hablamos de tintos?
Vinos Sanz elabora ocho blancos sorprendentes, ninguno parecido al anterior, cada uno con una historia que contar… Pero no solo es eso. También tiene dos tintos con D.O. Vinos de Madrid ideales para copear, a base de uva Tempranillo y con un nombre bien fácil de asociar: Sanz La Capital joven y Sanz La Capital Roble. El segundo tiene un paso por madera de roble francés y americano de cuatro meses, que le aporta un gran equilibrio dado el origen centenario de las cepas a partir de las que se producen, ubicadas en la localidad madrileña de Valdilecha, cuna de algunos de los viñedos más antiguos de la D.O. Vinos de Madrid.
Estos ‘capitalinos’ van estupendamente con carnes rojas, ahumadas, guisos o embutidos. En definitiva, unos vinos elaborados con todo el cariño que la bodega tiene por Madrid, de donde procede la familia Carbajo.