Este San Isidro, ven a probar las Rosquillas del Santo en La Magdalena de Proust, todo un santuarió de esta dulce tradición.
Como cada mes de mayo, las roscas o rosquillas de San Isidro vuelven para dar paso al buen tiempo. Forman parte de la tradición madrileña más castiza, y en La Magdalena de Proust elaboran estos postres de forma tradicional para endulzar, aún más, nuestro día a día.
Ellos siguen al pie de la letra la filosofía de este negocio familiar con más de una década a sus espaldas: producción totalmente artesana, respetando los métodos más tradicionales, con el máximo cuidado y transparencia, gracias a su afán por las cosas bien hechas, con paciencia y calidad.
En su obrador artesano (y a la vista del público) elaboran tres tipos de rosquillas. Las más famosas, las tontas, sin glaseado alguno; y las listas, cubiertas de un baño de azúcar y limón, con un característico color amarillo. Pero también hacen la versión de las llamadas rosquillas de Santa Clara, que se sirven cubiertas de merengue seco blanco.
Como no podía ser de otro modo, al igual que todas sus elaboraciones, están hechas a base de harinas ecológicas y productos de proximidad, como los huevos provenientes de granjas de Segovia.
Se pueden adquirir en los tres locales de La Magdalena de Proust, pero en el local de la Calle Bravo Murillo, además se pueden degustar in situ, si el tiempo lo permite, en su agradable y soleada terraza en pleno Chamberí.